«Tenía que aguantar esas doce horas, sabía que lo iba a pasar mal»

José Miguel Arambarri se perdió el domingo por la tarde cuando practiaba esquí de travesía por la zona del Castillo de Vinuesa en el puerto de Santa Inés. Un hermano de este montañero avisó sobre las 17.50 horas al 062 de la Guardia Civil de lo que sucedía, José Miguel se había desorientado. El lunes llegó la buena noticia. El logroñés, de 46 años, había sido rescatado ileso, en buen estado. Pero el tiempo que había transcurrido hasta ese momento fue duro.

Arambarri tiene amplia experiencia en la montaña y eso le llevó a excavar un agujero en la nieve para protegerse del intenso frío y refugiarse por la noche, en la que los termómetros marcaron heladoras temperaturas. «Tampoco es que me hubiera pasado nunca esto», explica a TVR. «¿Qué hago?», dice que se preguntó. «Creo que hay refugios por ahí como a un kilómetro, pero es que no sabía donde estaba. Me fui hacia un árbol», detalla. «Hice un agujero al lado del árbol, tampoco había tanta profundidad de nieve, dejé por los lados para poder acurrucarme por la noche», recuerda.

«Desde el principio noté que la ropa que llevaba, los guantes, las botas de travesía... me iban a proteger, que no me iba a congelar, que lo iba a pasar mal, pero que si hacía lo que tenía que lo iba a pasar», asegura. «Tuve claro que era una cuestión de tiempo, esas 12 horas tengo que aguantar, mover los dedos de los pies y de las manos que eso sí que es un punto crítico», apunta sobre el peligro de congelación en las extremidades.

Por fin salió el sol. «Me desentumecí, me crujía todo el cuerpo, me puse los esquís y salí porque ya tenía referencias porque hacía buen día», dice Arambarri. Localizó el monte de Santa Inés y «salí pitando», concluye sobre cómo superó esta situación extrema que con experiencia ha quedado, afortunadamente, solo en un susto.

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